El costo asociado de la multiplicación

Este sentimiento, esa mezcla de orgullo y pérdida, es el mismo que sentimos como líderes en el ministerio. Predicamos sobre la Gran Comisión. Leemos sobre el mandato de "ir". Hablamos de la necesidad de ser iglesias de nivel 4 , iglesias que se reproducen. Pero ¿qué sucede realmente en nuestro corazón cuando nuestros mejores líderes, o esa familia que es el pilar de nuestro ministerio infantil, se acerca y nos dice: "Creemos que Dios nos llama a plantar una nueva iglesia en otra ciudad"?-

Si somos realmente honestos, tenemos que reconocer que es un golpe. Es el dolor del "nido vacío" ministerial. El dejar ir a los que más amamos y a los que más tiempo hemos invertido, y tal vez a los que más necesitamos. Ese es el costo asociado a la multiplicación.

La tensión entre retener o enviar

Creo que el mayor obstáculo para la multiplicación de la iglesia no es la estrategia; es el miedo. Como líderes, luchamos con una "mentalidad de escasez". Vemos nuestra iglesia como nuestra propia "parcela" y tememos que, si dejamos ir nuestras mejores "semillas", nuestra cosecha disminuirá. Esto crea una de las tensiones más grandes del liderazgo: "retener o enviar". ¿Estamos reteniendo a nuestros mejores miembros y líderes para fortalecer nuestro ministerio o los estamos enviando para expandir Su Reino? Teniendo en cuenta que el liderazgo ya es un lugar solitario; y que investigaciones de Barna muestran que el 42 % de los pastores ha considerado renunciar en el último año, y el 43 % lucha con sentimientos de soledad y aislamiento. Hace que enviar a nuestros líderes más fuertes y amigos más cercanos; se sienten como una pérdida personal que aumenta aún más ese aislamiento.

El Antídoto: La Aritmética del Reino

Para superar este costo emocional, ese miedo paralizante a la pérdida, debemos adoptar un concepto bíblico revolucionario. Este modelo no proviene de una megaiglesia moderna, sino del corazón de la iglesia de Antioquía. Antioquía se rehusó a ser un "silo de granos", un lugar donde el talento y los recursos se acumulan por miedo a la escasez. En lugar de operar desde la lógica de un "puño cerrado y mezquino", actuaron como una "mano abierta y generosa". Comisionaron y enviaron a sus mejores “semillas” a líderes del calibre de Pablo y Bernabé, confiándolos a la misión que Jesús les encomendó. Nosotros mismos en Iglesia Ciudad hemos vivido este principio en carne propia. Recordamos vívidamente el día en que enviamos a un equipo completo —a nuestros amigos, nuestros líderes más fieles— a otra ciudad para plantar una nueva obra. El vacío que dejaron era palpable; el riesgo, inmenso. Humanamente, se sentía como una pérdida. Pero entonces, vimos en acción la aritmética del Reino desatarse.

No solo vimos a Dios glorificarse en esa nueva ciudad, viendo cómo esa nueva iglesia florecía alcanzando a personas que nosotros nunca habríamos logrado alcanzar, sino que vimos a Dios bendecirnos a nosotros, la iglesia que envió. Vimos a Dios levantar nuevos líderes de maneras inesperadas para llenar ese vacío. Descubrimos que cuando plantamos nuestras mejores semillas con generosidad, Dios no divide nuestro impacto; Él lo multiplica exponencialmente.

El Cambio de Métrica

Es tiempo de redefinir la medida de nuestro éxito. La marca de una gran iglesia no es su capacidad para retener a las personas, sino su capacidad de enviarlas a hacer la voluntad del Señor. Debemos cambiar nuestro enfoque de simplemente "acumular" a valientemente "enviar" a quienes más valoramos. No hay duda de que existe un costo asociado con la multiplicación y que se siente como un nido semivacío. Pero la promesa del Reino es que este sacrificio de enviar es la única manera de participar en una cosecha exponencial. De lo contrario, el costo de no hacer nada será mucho más alto.

Pastor Walter Angelica