El riesgo de desperdiciar nuestra vida y ministerio
El riesgo más grande que podemos correr no es hacer algo que pueda arruinar nuestra vida, sino estar dispuestos a correr el riesgo de desperdiciarla, haciendo menos de lo que hemos sido llamados a hacer.
Pastor Walter Angelica
11/7/20253 min leer
Como líderes, a menudo nos vemos atrapados en la cómoda rutina de lo familiar. Nos acomodamos a las conquistas del pasado, saboreando victorias ya logradas y, casi sin notarlo, rebajamos nuestras propias expectativas. Ajustamos nuestras metas a lo que el entorno espera de nosotros o, peor aún, a los límites que imponen nuestras propias capacidades físicas, intelectuales o económicas. Sin embargo, Jesús nos invitó a aspirar a hacer “cosas mayores” (Juan 14:12) y abrazar una vida verdaderamente abundante. Es por eso que la mayor tragedia no es fracasar o arruinar nuestra vida, sino correr el peligro de desperdiciarla por completo, conformarnos con menos de lo que estamos llamados a alcanzar con Jesús
El Liderazgo Solitario: Una Receta para el Agotamiento
Hemos sido llamados a más y a mejores cosas, pero nunca las alcanzaremos solos. Las estadísticas recientes muestran un cuadro sombrío de la salud pastoral. Un alarmante 42% de los pastores ha considerado seriamente abandonar el ministerio en el último año. Las razones principales no son externas; son profundamente personales: un aplastante sentimiento de fatiga emocional (56%) y un profundo aislamiento (43%).
Lamentablemente, tratamos de dar desde una copa vacía. Nos enfocamos tanto en nuestro calendario que olvidamos nuestro "candelabro", dejando que nuestro aceite se agote y el fuego se extinga. La realidad es que no podemos dar más de lo que nuestra alma puede ofrecer. El ministerio nunca fue diseñado para ser una actividad que hacemos solos.
Capellanes de la Ciudad
En Lucas 9:62, Jesús nos anima a no mirar atrás una vez que ponemos las manos en el arado, y es por eso que, durante mucho tiempo, solo hemos prestado atención a la parcela que estamos cultivando. Pero Jesús nunca dijo nada sobre mirar a los costados y conocer quiénes están arando otras parcelas que el Señor también les ha dado, las cuales están en la misma ciudad que nosotros. Tenemos que dejar de ver al pastor de la iglesia de enfrente como un contrincante y empezar a verlo como un aliado para alcanzar a la ciudad. Jesús nos llama a levantar la mirada, dejar de tener una mentalidad de escasez, dejar de pelear por recursos aparentemente limitados y, finalmente, dejar de considerarnos solo pastores de nuestra congregación para comenzar a vernos como capellanes de nuestra ciudad. El objetivo final no es simplemente tener una mejor iglesia, sino trabajar juntos para construir una mejor ciudad.
El Mandato Olvidado: La Gran Colaboración
Como iglesia, somos buenos para ejecutar la Gran Comisión (Ir) y obedecer el Gran Mandamiento (Amar). Pero donde creo que fallamos sistemáticamente es en vivir la Gran Colaboración. La oración final de Jesús en Juan 17 no fue por nuestro éxito individual, sino por nuestra unidad y éxito colectivo "para que todos sean uno… para que el mundo crea". Los majestuosos árboles Sequoia que se elevan cientos de pies sobre el nivel del mar nos pueden hacer pensar que su secreto de fortaleza y longevidad reside en su altura o en sus frondosas ramas, cuando en realidad su éxito yace bajo tierra. Ellos no sobreviven en soledad, sino que lo hacen gracias a un intrincado sistema de raíces interconectadas y apoyándose mutuamente. Ellos no compiten, sino que colaboran. Así es como logran mantenerse fuertes y frondosos por tanto tiempo. Es por eso que estos convencidos de que juntos somos mejores. Esto no es un eslogan; es el diseño del Reino y que juntos podremos lograr lo que jamás podríamos hacer por separado
Conclusión
El mes pasado, un grupo de 10 líderes de nuestra iglesia tomamos un avión para apoyar una carrera 5K de un pastor amigo que estaba levantando fondos para un proyecto de su iglesia. Después del evento, saludamos a su congregación y todos llevábamos camisetas con un sabio proverbio africano que dice: "Solos llegamos rápido, pero juntos llegamos lejos." Como hijos del Señor, todos hemos sido llamados a llegar lejos con personas a nuestro lado
El desafío que tenemos por delante es grande y tiene que comenzar hoy y con nosotros. Quiero animarte a que puedas salir de tu parcela y que esta misma semana invites a tomar un café a un pastor o líder de tu ciudad, quizás incluso a alguien que consideres tu "competidor". Encuentra una red o una "tribu" para pertenecer y empieza a practicar la gran colaboración; esto no tan solo transformará tu ciudad para la gloria del Señor, sino tu propia vida y ministerio.
Pastor Walter Angelica
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