Por qué juntos somos imparables
Observe con atención la fotografía de abajo No es solo la imagen de un hombre cruzando una meta; es el retrato de un imposible hecho realidad. El corredor en primer plano es Eliud Kipchoge, el primer y único ser humano en correr un maratón en menos de dos horas. Pero el verdadero secreto de su hazaña no está solo en sus piernas, sino en los hombres que corren y celebran justo detrás de él. No son competidores derrotados que quedaron en segundo o tercer lugar. Son campeones olímpicos y mundiales que ese día trabajaron como un solo cuerpo, en perfecta sincronía, sacrificando su propia carrera para marcarle el paso. La victoria de Kipchoge fue, en realidad, la victoria de un equipo. Esta imagen es una poderosa metáfora para la iglesia y una pregunta directa para cada uno de nosotros: ¿estamos corriendo solos o estamos corriendo juntos para lograr lo que parece imposible?
Pastor Walter Angelica
9/1/20253 min leer


El Peligro Mortal del Aislamiento
Durante demasiado tiempo, hemos glorificado el modelo del "pastor estrella solitario", el líder carismático que construye una gran iglesia por su cuenta. Pero este modelo no solo es insostenible; es peligroso. Estadísticas recientes del Grupo Barna revelan que más de la mitad de los pastores se sienten solos y aislados en su ministerio. Este aislamiento no es solo un problema emocional, es un problema espiritual y estratégico.
La Biblia es clara desde sus primeras páginas. En un jardín "casi perfecto", Dios mismo declaró: "No es bueno que el hombre esté solo" (Génesis 2:18, NVI). Si en perfección la soledad no era buena, ¿cuánto más destructiva es en nuestro mundo caído? El aislamiento debilita nuestro espíritu, reduce nuestra visión y, en última instancia, puede matar nuestros ministerios. Jesús nos advirtió que una casa dividida no puede permanecer. ¿Cómo esperamos impactar al mundo si estamos divididos entre nosotros?
La "Gran Colaboración" de Jesús
Todos conocemos la Gran Comisión y el Gran Mandamiento. Pero en la oración final de Jesús por sus discípulos en Juan 17, Él revela un tercer imperativo misional: la Gran Colaboración. Jesús no oró por edificios más grandes o programas más ingeniosos. Oró desesperadamente para que sus seguidores fueran "uno", para que nuestra unidad fuera un testimonio tan poderoso para el mundo que "crean que tú me enviaste".
Esta unidad no es opcional; es fundamental para nuestra misión. Jesús nos promete en Mateo 18:20: "Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos". Hay una presencia y un poder cualitativamente mayores de Dios que se desatan cuando colaboramos, cuando dejamos a un lado nuestros propios reinos para construir el Suyo.
Redes que Generan Movimiento
¿Cómo se ve esta colaboración en la práctica? La respuesta es a través de redes intencionales. Consideremos la asombrosa historia de la India Gospel League. Después de décadas de trabajo, habían plantado 200 iglesias. Entonces, implementaron dos cambios simples: cada líder comenzó a formar aprendices y se organizaron en pequeñas redes para rendir cuentas, animarse y capacitarse mutuamente. ¿El resultado? Hoy han superado las 100.000 iglesias plantadas.
Su líder lo resumió así: "Las iglesias que trabajan juntas en redes son la columna vertebral del movimiento". Esto no es una anomalía. La investigación confirma que los plantadores de iglesias en redes de apoyo tienen un 125% más de probabilidades de éxito. Las redes funcionan porque nos empujan a:
Soñar sueños más grandes (Visión): Juntos, nuestra visión colectiva siempre superará a nuestros sueños individuales.
Forjar amistades de trinchera (Relación): Dejamos de ser competidores para convertirnos en "amigos en misión".
Mitigar el fracaso (Inversión): Compartimos la carga, la sabiduría y el riesgo, lo que permite una mayor audacia.
Garantizar el avance (Resultados): La sana rendición de cuentas nos impulsa a hacer cosas que nunca haríamos solos.
Darle la gloria a Dios (Reino): Cuando colaboramos, nadie puede llevarse el crédito, excepto Dios.
Un Llamado a la Acción:
La sanidad para el Cuerpo de Cristo no vendrá de más aislamiento, sino de una cercanía intencional e implacable.
Pastores, líderes, discípulos de Jesús, es hora de poner fin a la era del ministerio solitario. Debemos ser la respuesta a la oración de Jesús. ¿Con qué otros pastores en su ciudad podrían empezar a reunirse, no solo para tomar un café, sino para orar y soñar juntos por el Reino? ¿Qué paso de fe podrían dar para invertir recursos y personas en una plantación de iglesia que no sea la suya? Dejemos de construir castillos de arena aislados y empecemos a construir juntos una ciudad sobre una colina que no pueda ser escondida. Porque, sin lugar a duda, juntos, somos mejores. ¿Listo para tener una conversación?
Pastor Walter Angelica
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